Si quieres parar el SIDA por completo


¿Cómo te sentirías si supieras que tienes el virus que produce el SIDA? ¿Sorprendido? ¿Atemorizado? ¿Enfurecido? Desafortunadamente esta pregunta es realidad para muchas personas.

La verdad aterrorizante es que el SIDA se ha convertido en una epidemia. En los Estados Unidos, aproximadamente una de cada doscientas personas es portadora del virus del SIDA. Millones de personas están infectadas alrededor del mundo. Cientos de miles de personas han muerto, y todos los que están infectados se enfrentan a una muerte segura, a no ser que se encuentre una cura.

¡Qué tragedia! ¿Qué podemos hacer? ¿Podemos evitar el sufrimiento? ¿Podemos evitar el estrago económico que el SIDA está produciendo?

Antes de contestar estas preguntas, necesitamos hablar acerca de un virus (mucho peor que el SIDA) el cual ha atacado al hombre desde los principios de la humanidad. Este virus, al cual llamamos pecado, es violar la ley de Dios. A diferencia del SIDA, el cual causa la muerte física, el pecado causa una muerte espiritual y eterna. Cien por ciento de la población humana es portadora del virus del pecado.

Al igual que el SIDA, los síntomas del pecado no siempre se pueden observar desde el principio. Una "mentirita", un negocio deshonesto o un desliz romántico se puede guardar en secreto por un tiempo, pero no para siempre. Estas cosas envenenan el alma y al fin producen la muerte.

"Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte" (Santiago 1:14).

Pero, ¿qué tiene esto que ver con el SIDA? Mucho.

Más del noventa por ciento de las personas con el SIDA, lo han contraído a través del uso intravenoso de drogas, la promiscuidad sexual o la homosexualidad. Siendo que estos estilos de vida violan el plan de Dios para la humanidad, la epidemia del SIDA sería reducida drásticamente si todos escogiéramos obedecer a Dios.

Un artículo en una revista estadounidense dice que en menos de ocho años, ciento diez millones de personas alrededor del mundo pudieran estar infectadas con el virus del SIDA. Este artículo también afirma que muchos están culpando al gobierno por no alocar suficiente dinero hacia la investigación del SIDA; esto a pesar de que de 1970 a 1991 ya se habían gastado quinientos mil millones de dólares.

Sin embargo, el artículo no mencionó, ni una sola vez, el tema de la responsabilidad personal. Ni sugirió que el método más efectivo para combatir el SIDA es volver al plan de Dios para el bienestar y la satisfacción del hombre, el cual se encuentra en la Biblia.

La Biblia dice que el matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer los cuales se han comprometido el uno al otro por el resto de sus vidas. También dice que las relaciones sexuales antes y fuera del matrimonio son indebidas y destructivas.

Aunque la Biblia ha sido criticada por ser prohibitiva, poco práctica y fuera de moda, su verdad habla en las vidas de aquellos que creen y practican lo que ella enseña. Y es así porque la Biblia no contiene ideas de hombres sino la palabra de Dios.

Dios dijo a su pueblo: "Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien" (Josué 1:8).

Dios también le prometió a su pueblo que si le seguían, él no dejaría que ninguna de las plagas de Egipto viniera sobre ellos (Exodo 15:26).

Dios no nos ha dado una serie de reglas para hacer nuestra vida miserable. El tenía en mente el máximo bienestar del hombre cuando le dio los diez mandamientos a Moisés. Dios, el cual creó al hombre, es el único calificado para escribir cómo debe vivir el hombre. La Biblia proclama una bendición a los que obedecen la ley de Dios, pero dice: "Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas" (Gálatas 3:10).

Así que, sea inmoralidad sexual, odio, o envidia, violar la ley condena al infractor.

Como todos hemos violado la ley, todos estamos bajo condenación ¿Quiére decir esto que estamos todos perdidos? ¡No! "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)" (Gálatas 3:13). La muerte y resurrección de Cristo no solamente nos redime de la condenación del pecado, sino también nos da el poder para vivir por encima de la ley. Cuando vivimos de acuerdo al Espíritu, en vez de según la carne, cumplimos con los requisitos de la ley (Romanos 8:1-4).

La epidemia del SIDA es solamente un síntoma del problema más grave que afecta al hombre: el pecado. La única esperanza de vida eterna es volver a Dios en arrepentimiento y dejar que él nos dé de su poder para cumplir con los justos requisitos de la ley. Al hacer esto también nos libramos de las enfermedades que el hombre se causa a sí mismo al violar la ley moral de Dios.

Amigo, cualquiera que sea tu condición, sano o enfermo, nunca es demasiado tarde para gozar de la sanidad y paz inexpresable de Dios en tu corazón. Aunque te estés enfrentando a la misma muerte, Dios te ama y te ofrece una vida eterna con él.

¿Aceptarás la oferta de Dios o la rechazarás?


SI QUIERES UNA VIDA NUEVA

Abandona tu vieja manera de vivir.

"Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados" (Hechos 3:19).

"Habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno" (Colosenses 3:9,10).

"El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia" (Proverbios 28:13).

Recibe a Jesucristo como tu Señor y salvador.

"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12).

"El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Juan 3:36).

Sigue a Jesucristo como tu Señor.

"Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame" (Mateo 16:24).

"No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7:21).

Unete a una comunidad espiritual de creyentes.

"Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas" (Hechos 2:41).



"Muchos están en el infierno para siempre porque siempre dejaban a Dios para el próximo día."

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