Si a Veces te Sientes Como si Dios no te Amara


Cuando estuve en el noroeste de Ontario, Canadá, trabajando como voluntario, tuve la sensación de que el invierno nunca se acabaría. Me recuerdo que a veces ya casi ni sabía lo que era el sol. Algunas de esas ocasiones se debieron a grandes nevadas, en las cuales ni siquiera pensaba acerca del sol, sólo me preocupaba por mantenerme vivo y conservar el calor de mi cuerpo.

Sin embargo, cuando estaba en casa, miraba al cielo anhelando ver por lo menos un rayito de sol. Y a veces sí lo veía, aunque a través de delgadas nubes.

Pero al llegar el verano, cuando salía de paseo y disfrutaba del calor del sol, me recordaba, avergonzado, de cómo me había sentido durante el invierno. Mientras el sol calentaba mi piel, yo sonreía al pensar que dudé volver a ver al sol.

Mis dudas acerca del sol se parecen a las dudas acerca del amor de Dios. Durante los períodos de prueba y dificultad en la vida, nos concentramos en lo obvio: la oscuridad, los problemas, el dolor. Y nos parece que toda la vida será oscura, simplemente porque las cosas se ven mal hoy.

En los tiempos de prueba tenemos que entender que así como el sol está detrás de las nubes, el amor de Dios siempre permanece.

Quizás, en este momento, estés pasando por una prueba--algo así como mi tormenta de nieve. Quizás tu necesidad inmediata es sobrevivir, mantenerte vivo y activo. Quizás tus circunstancias sean tales que hasta te preguntas si Dios existe.

La existencia y el poder del sol, ¿son cambiados por nuestras dudas? Nunca. Nuestras dudas acerca de Dios tampoco cambian la existencia y el amor de Dios.

Dios quiere que confiemos en él, no sólo en los días buenos y soleados, sino también en los días oscuros y difíciles. El quiere que entendamos que él está listo a darnos su amor y protección tanto en los días que nos sentimos bien como en los que no.

Dios no muestra su amor para con nosotros quitando todas las pruebas y los obstáculos. El quiere mostrarnos el camino a través de la prueba y alrededor de la tormenta. Su amor nos ofrece la fortaleza, la sabiduría, y el ánimo para seguir adelante.

Dios ha confirmado su amor para con nosotros. Romanos 5:8 describe la demostración más dramática del amor de Dios de la siguiente manera: "Siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros."

Dios sabía, aún antes de que naciéramos, que tendríamos problemas. ¡Dios también sabía que el problema del pecado nos haría tropezar a lo largo de una vida miserable y al fin nos llevaría a una muerte eterna en el infierno!

Pero Dios escogió amarnos y envió a su único Hijo, Jesucristo, para morir por nuestros pecados. Este Hijo, Dios hecho hombre, vino a esta tierra pecaminosa, no obligado, sino porque así lo quiso: porque el nos ama.

Jesús murió por nuestros pecados, pero resucitó de entre los muertos al tercer día. ¡EL VIVE! Su victoria sobre la muerte permite que seamos librados del poder del pecado y de la muerte, y nos da la esperanza segura de vivir eternamente con él.

¡DIOS VERDADERAMENTE TE AMA!

La próxima vez que pases por una prueba, ya sea física, espiritual o emocional, recuerda que Dios está presente. El quiere ayudarte. No tienes que enfrentarte a los problemas de la vida por tu propia cuenta. El te ayudará a través de las pruebas, a pesar de las circunstancias.

Tú puedes orar en este mismo momento. Pídele a Dios que te perdone por dudar de él. Pídele que te ayude cualquiera sea tu problema. Dile cómo te sientes. El ya lo sabe, pero al decirle ejercitas tu fe en él. Pídele que te haga recordar su amor en cosas de gran importancia y aun en lo menos importante.

Y no te olvides de agradecerle, por el regalo de amor más precioso--su Hijo Jesucristo.

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él" (Juan 3:16,17).

"En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación[1] por nuestros pecados" (1 Juan 4:9, 10).

Si Quieres Ser Salvo

ARREPIENTETE

Arrepentirse quiere decir darle la espalda al pecado. Y es eficaz solamente cuando nos damos cuenta de que hemos pecado contra un Dios santo.

"Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos" (Jeremías 2:19).

"Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados" (Hechos 3:19).

CONFIESA

Confesar quiere decir que verbalmente reconoces tus pecados y que necesitas a Jesús como tu Salvador y Señor.

Los siguientes versículos te ayudarán:

"Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí" (Salmo 51:3).

"Dios, sé propicio a mí, pecador" (Lucas 18:13).

"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).

"Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo" (Romanos 10:9).

CREE

Creer quiere decir que completamente aceptamos lo que Dios dice, y que actuamos como él requiere.

"Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (Hebreos 11:6).

"Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo" (Hechos 16:31).

"Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta" (Santiago 2:26).

"El pecado más grande es rechazar a Jesús."


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