Aquellas heridas nos han llevado a desconfiar en los demás, y a temer la intimidad. El acercarnos de nuevo a los demás con amor nos parece riesgoso. Pero la vida es muy solitaria dentro de las cuatro paredes de nuestro propio aislamiento.
El amar lleva sus riesgos. Jesucristo, el Amante perfecto, se dedicó por entero a los demás, ¡y lo crucificaron! Bien sabía que muchos rechazarían su regalo de amor, pero aun así, El decidió amar. Desarrolló amistades íntimas, aun cuando sabía que uno de sus amigos lo traicionaría. Jesús no se protegió a sí mismo. Su amor dijo: "Te amaré, aunque no lo mereces."
La Biblia lo dice así: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).
Nuestro mundo tiene una medida de veinticinco mil millas de circunferencia. Eso te habrá de parecer significativo hasta el momento en que comiences a explorar el espacio. La tierra es en realidad uno de los planetas más pequeños en nuestro sistema solar. Se dice que más de un millón trescientas mil tierras podrían caber adentro de la masa del sol. Pero el sol es apenas una estrella de tamaño mediano, en una galaxia que contiene más de cien mil millones de estrellas. Si pudiéramos viajar alrededor de esta galaxia, a una velocidad de cientocincuenta millas por hora, podríamos completar el viaje en unos doscientos veinticinco millones de años. Perdido en la enormidad del espacio, nuestro mundo se vuelve un ejemplo máximo de la insignificancia. Sin embargo, Dios amó a la gente de este planeta, tanto...
"que ha dado a su Hijo unigénito..."
El Dios que no conoce límites envió a Jesús a este minúsculo planeta. Jesús fue confinado a ser un humano. La raza humana de pronto llegó a tener al mismo Dios viviendo entre ellos como humano. Dios no tan sólo dijo cómo amar; El nos demostró cómo amar.
¿Te sientes rechazado? Jesús conoció el rechazo. Los líderes religiosos rehusaron creer en El. La gente de su propio pueblo trató de lanzarlo abajo por un barranco. Aun su propia familia creyó que había enloquecido. Fue traicionado por uno de sus doce seguidores más allegados. Lo arrestaron, lo difamaron con mentiras, y le escupieron. Y cuando buscó a sus amigos, pudo ver a Pedro, él que había jurado que moriría por El, maldecir mientras negaba que si quiera conocía a Jesús.
Jesús fue, como Isaías 53 lo dice, "desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto." La raza humana crucificó a Jesús.
¿Y fue acaso eso el fin de su amor? ¡Absolutamente no! En aquellas horas de dolor atroz, Jesús pensaba en todos los humanos desde el principio hasta el fin del mundo. El murió por nosotros. Lo enterraron, pero el sepulcro no lo pudo contener. A los tres días, Jesús salió victoriosamente de aquella tumba--vivo--probando así que la maldad nunca habría de triunfar sobre el poder de su amor. Dios envió a Jesús, para que...
"todo aquel que en él cree, no se pierda..."
¿Y qué crees que hubieras sentido, si hubieras estado en un avión que se dio vueltas y se precipitó directamente al suelo, sin control? Cualquier cosa que hubieras sentido en aquellos momentos antes del impacto, no es nada, a comparación con el horror que debieras sentir si es que has ignorado y despreciado a Jesucristo.
Sin Jesús, tu vida va directo al choque, sin control alguno; el infierno se te acerca más y más. Una explosión al momento del impacto es un acto de bondad, comparada con lo que es el infierno. El infierno es para siempre.
En nuestros momentos de angustia aquí en la tierra, podemos todavía elevar nuestra súplica a Dios. Pero lo peor del infierno es la ausencia de Dios. El fuego que no se apaga, las lágrimas y los tormentos eternos: sí, y nada de amor. Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo. Jesús vino para que tú no perezcas....
"mas tenga vida eterna."
Piensa ahora en la primavera, con todas sus muestras de vida brotando por doquier. Sin embargo, cuanta cosa hay que tenga vida, morirá. Jesús vino para dar vida que no termina.
Cuando Jesús llega a ser el Señor y salvador de tu vida, tú te unes con El; la vida de El llega a ser tuya. En Cristo encuentras el perdón para tus pecados, el propósito para tu vida, y la promesa de vivir con El para siempre en el cielo. La vida que Jesús da es la verdadera vida, la única vida real, pues contiene el poder para vivir en victoria sobre la maldad, y para amar como El ama.
¡Y qué amor! Dios te lo está ofreciendo. ¿Lo aceptarás? Su amor traerá sanidad a tus penas del pasado. Su amor te enseñará a perdonar, y a salir de entre las cuatro paredes de tu propio aislamiento. Su amor te llenará y fluirá de tu vida hacia los demás.
El rechazo aún ocurrirá. Algunos te tratarán como trataron a Jesús, pero podrás perdonar y continuar amando, pues ya no es tu amor, sino el amor de Cristo. Con Jesús, vale la pena tomar el riesgo de amar.
ABANDONA
tu orgullo -- humíllate.
tus pecados -- confiésalos a Dios.
a ti mismo -- cambia de amo.
el mundo -- cede tus deseos.
RECIBE DE DIOS
la salvación.
un corazón nuevo.
una vida nueva.